Yoga = unión de cuerpo, mente y espíritu

Yoga = unión de cuerpo, mente y espíritu

La palabra Yoga deriva del idioma sánscrito y significa “unión” del cuerpo, la mente y el espíritu. Alude a la concepción del ser como un todo y no una mera suma de partes. Quizás este concepto de unidad parezca obvio, pero en la actualidad muchas son las personas que transitan por la vida como si estuvieran fragmentadas, disociadas internamente. Es como si hubieran olvidado quiénes son, cuál es su verdadera esencia. El Yoga propone restaurar esta conexión, partiendo –como dice el maestro B.K.S. Iyengar– “Desde la superficie de la piel hasta el fondo del Alma”. 

La práctica yóguica es una milenaria filosofía de vida que se originó en la India y busca la plenitud de cada ser. Se asienta sobre la base de que todos tenemos una luz interior poderosa que nos habita, una sabiduría innata, y que debemos actuar de acuerdo con ella. La ignorancia, que nada tiene que ver con títulos académicos sino con el olvido, desconocimiento o desconexión de quién en realidad somos, es la causa del dolor que los seres humanos nos autogeneramos.

El cuerpo es un vehículo que nos posibilita la existencia. De su óptimo estado depende en gran medida la calidad de vida que nos forjemos. Por ello es imprescindible cuidarlo como se merece. Si jamás se nos ocurriría cargar gas-oil a un auto que funciona con nafta, ¿por qué atentamos contra nosotros privándonos de ejercicio físico, escudándonos detrás del  “no tengo tiempo”? ¿Por qué nos maltratamos con alimentos que sabemos nos causan malestar o nos “intoxicamos” con pensamientos negativos que nos producen sufrimiento?

Jamás es tarde para iniciarse en la práctica del Yoga, ya que ésta puede adecuarse perfectamente a las necesidades de cada uno según su estado de salud y edad. Se trate de niños, adultos, embarazadas o personas mayores, respetando las posibilidades que el cuerpo nos brinda.  

Los asanas, es decir las posturas yóguicas, no actúan sólo sobre los músculos sino que brindan notables beneficios en los aspectos físico, fisiológico, psicológico, emocional y energético de nuestro ser. 

El Yoga busca movilizar la columna vertebral, por ejemplo plegándola hacia delante, curvándola hacia atrás o hacia los laterales, lo cual desencadena reacciones profundas a nivel de la médula espinal y del sistema nervioso. Mientras que el estiramiento permite descomprimir las presiones intervertebrales y crear “espacios de salud”. Los asanas masajean las zonas cervical, dorsal y lumbar. 

La permanencia en cada postura actúa sobre la raíz nerviosa relacionada con los diferentes órganos de cada uno de los sistemas del ser humano. Revitaliza el corazón; permite “descongestionar” el hígado y los riñones, entre muchos otros órganos que con la práctica yóguica conservan su tono, forma y funcionalidad. 

El Yoga favorece la circulación linfática, que es responsable de un sistema inmune con defensas potentes. Las posturas abastecen de sangre al cerebro, logran un mejor retorno venoso, mayor oxigenación, benefician la movilidad articular, incrementan la flexibilidad, fortalecen la musculatura, estimulan las glándulas del sistema endócrino y la liberación de “hormonas de la felicidad”. En el plano psicológico, la práctica regular armoniza ambos hemisferios cerebrales, aumenta la concentración, la interiorización, relaja el sistema nervioso y suscita el estado de calma. 

Como expresa el sabio Patañjali, “El Yoga es el aquietamiento de los torbellinos de la mente”. Y en este sentido la ejercitación de la respiración yóguica es crucial como herramienta para el diario vivir y para afrontar las situaciones de estrés a las que nos vemos sometidos.

La respiración se relaciona directamente con las emociones y el sistema nervioso. Si por ejemplo estamos coléricos, respiramos de manera entrecortada, insuficiente. Por ende, al inhalar y exhalar larga y profundamente  podemos incidir y modificar nuestros estados anímicos y evitar caer en las trampas del estrés, la irritabilidad, el miedo y hasta la depresión. Pranayama significa “control del aliento” y es una práctica yóguica que justamente nos permite aprender a respirar. La mayoría de las personas emplea para tan vital tarea sólo una exigua porción de sus pulmones. Esta práctica también permite una mejor absorción de prana, que es una energía vitalizante que impregna el Universo todo. Es receptada por los seres humanos a través de la piel, de la calidad de los alimentos que ingerimos y –en especial–  mediante la respiración. 

Otra faceta del Yoga es facilitar técnicas purificatorias, que van desde lo más denso de nuestra materia (como eliminar toxinas del aparato digestivo o flemas de las vías respiratorias) hasta lo más etéreo (como los canales energéticos que configuran el cuerpo sutil). Así como hay un cuerpo físico, hay un cuerpo sutil conformado por miles de canales energéticos. A través de todas sus técnicas, el Yoga permite el ascenso de la energía, desde la base de la columna vertebral hasta el tope de la cabeza, activando los chakras, es decir los centros energéticos que todos tenemos, y cuyo correcto funcionamiento preserva la salud y eleva nuestros estados de consciencia.  

El Yoga nos brinda herramientas para tranquilizar la mente, que implica también poner bajo control los sentidos de percepción, en la actualidad acicateados por innumerables estímulos exteriores de la sociedad de consumo. La idea es canalizar el flujo mental en una sola dirección y facilitar la concentración, que mejora nuestra memoria y rendimiento en todos los niveles y es la puerta de entrada a la meditación.

Si bien el Yoga es uno, como un árbol sabio y ancestral, tiene una multiplicidad de ramas que lo componen. Cada ser, entonces, tiene la posibilidad de elegir aquella rama o modalidad que sea más afín con su personalidad.  El Yoga es una llave que nos regala el poder de abrir infinitas puertas hacia el bienestar físico, psíquico, emocional y espiritual. Para lograr la integración, autorrealizarnos, experimentar el estado de plenitud, sentirnos vivos, presentes y en la consciencia de este “aquí” y de este “ahora”. Sólo es cuestión de probar. Namasté.

Por: Verónica Oyanart Licenciada en Comunicación y Profesora de Yoga para Niños y Adultos. Fuente: Axis Quiropráctica