Ruth Valero

Soy Ruth Valero juninense de cuna y por elección. Productora agroecológica y huertera.

Amo cocinar, caminar despacio y sorprenderme con cada planta y alimento que encuentro. Me gusta experimentar nuevas formas de aprovechar lo que nos brinda la Madre Tierra.

Me especializo en fitoterapia, conservas, fermentados y masa madre.

Mi Propósito es conectar a los seres con su entorno y darles herramientas para que se apropien del territorio, recolectando y conservando alimento, medicina y plantas, rescatando saberes ancestrales y compartiéndolo para la posteridad.

Soy curiosa, vivo en estado de asombro, siempre preguntando y averiguando el porqué de las cosas, necesito entender para aprender, encontrarle el sentido, la lógica.
Inquieta, distraída (o enfocada en lo que me mueve), perfeccionista, aunque aprendiendo a soltar autoexigencias, franca, directa (para qué las vueltas?) apasionada y risueña.
 

¿Cómo llegué hasta aquí?

Vivo en una finca agroecológica en Junín, Mendoza, donde cultivo alimentos y medicinas. Nací y crecí en un entorno rural, en una familia agricultora que me transmitió saberes, prácticas y experiencias. Mi amor por las plantas nació en la infancia y hoy sigue tan fuerte como entonces.

Un antes y un después

En 2017 mi hijo de tres años llevaba más de un año enfermo de conjuntivitis virósica y, aún con tratamiento médico, sin ninguna mejoría. Desesperada porque la medicina ortodoxa no brindaba respuesta llegué a la medicina integrativa y sólo con cambios alimentarios mi hijo, a los 40 días, recuperó su salud y nos enseñó una valiosa lección. Desde ahí abrazamos la alimentación consciente, integral, local, de estación. Conocí los alimentos fermentados y la masa madre.

 

Para mí fue todo un desafío desaprender y cocinar con nuevos ingredientes pero pude lograrlo con platos deliciosos para la familia y decidí compartir mis recetas en las redes sociales.

 

2020 fue el año donde aprendí de huerta y de cultivos de estación, de rotaciones y asociaciones, aprendí a compostar y nutrir el suelo. Entendí la importancia de las flores, las aromáticas y los insectos benéficos, el control biológico y la importancia de la regulación para invitar a insectos y seres benéficos como los hongos y cómo ahuyentar plagas.

 

La idea de elaborar conservas para comercializar empezó a rondar por mi cabeza desde 2018. Vengo de familias criollas y europeas acostumbradas a elaborar conservas y chacinados, a tener la despensa llena para pasar el invierno. 

 

Mi papá tenía barricas donde preparaba vino y más allá, en unos botellones, estaba el vinagre que aprovechaba el vino picado. Del techo del galpón colgaban chorizos, pancetas, butifarras; en un baúl de madera descansaban los jamones cubiertos de sal, bidones con aceitunas curadas, bolsas de pan duro para rallar y hacer rebozados, los ramos de hierbas, los frascos de mermeladas, los panes de membrillo, la ensalada de tomates enteros, la salsa y miles de delicias que hacían nuestra vida muy dichosa y abundante.

Así me crié, la más pequeña de la familia, rodeada de adultos que trabajaban la finca, que plantaban flores, que tejían, bordaban y cosían, que llenaban la casa de aromas a comida casera, deliciosa y sin apuro. Que se reunían alrededor de la chimenea en los meses fríos y se zambullían en la pileta en verano. Que vivían sin reloj, al tiempo de los ciclos de la naturaleza: cosechar, nutrir el suelo, podar, atar y otra vez vuelta a empezar.

Empecé a combinar las recetas de mis antepasados, mejorándolas para hacerlas más saludables, rescatando el sabor de los alimentos, me especialicé a través de aprendizajes y experimentación para lograr productos gourmet, llenos de sabor y nutrición, utilizando materia prima agroecológica u orgánica, libre de agrotóxicos y OMG (organismos genéticamente modificados)

Esta historia se transforma en lo que ofrezco:

 

Dónde encontras mis productos: directo a mi whatsapp, en la tienda online kaluverde.com y en Feria EcoOasis