Desarrollo integral en la infancia: la mielinización

Desarrollo integral en la infancia: la mielinización

Este proceso facilita la transmisión de los impulsos nerviosos entre las neuronas, colaborando en el proceso de aprendizaje. Se genera prioritariamente hasta los seis años y nos ayuda a entender la importancia de la estimulación en los primeros años de vida.

En los últimos años es cada vez más común escuchar hablar de la importancia de entender nuestros procesos como parte de una integridad. Cuando hablamos de los niños ¿Somos capaces de entenderlos así?

El desarrollo personal tiene mucho que ver con la autonomía que generarán en sus primeros años. Esto se vincula estrechamente con la seguridad propia, la aceptación de las normas (y cómo les son transmitidas), con la capacidad de superar la frustración y con saber aceptar responsabilidades. Todo esto incide en su desarrollo neuronal.

Si tenemos en cuenta que dicho desarrollo está determinado no sólo por los genes y nuestra biología, sino también por la interacción con el medio ambiente, entendemos cuán importante es la influencia de la estimulación recibida en la infancia, que es cuando el crecimiento neuronal es mayor.

Desde el comienzo, en el desarrollo del embrión, las primeras células en diferenciarse en el organismo son las células nerviosas. Estas, son de suma importancia ya que se encargan de organizar y dirigir el crecimiento y la evolución de los tejidos del cuerpo, como los órganos, huesos, músculos, glándulas, etc. Es decir, tienen la capacidad de transportar la energía o vida que anima y moviliza a dichos tejidos.

El sistema nervioso recibe los estímulos del exterior y del interior del organismo, y los transforma en impulsos nerviosos que viajan a través de las neuronas. Estos impulsos llegan al cerebro, donde son procesados e interpretados, y luego el cerebro manda una respuesta que llega a los diferentes órganos.

El proceso de aprendizaje se realiza, en parte, por las nuevas conexiones que las células nerviosas hacen en el cerebro. Pero también es muy importante que los impulsos nerviosos viajen a grandes velocidades. ¿Cómo se logra este aumento de velocidad?

La mielinización es el proceso en el que se forma una vaina de mielina (sustancia lípida de color blanquecino) alrededor del axón o cilindro eje de la neurona o célula nerviosa. Su función es facilitar la transmisión de los impulsos nerviosos de unas neuronas a otras, entre las distintas partes del cuerpo, gracias a su efecto aislante, lo cual hace que la recepción y envío de estímulos se haga correctamente.

Una neurona con los axones recubiertos de mielina transmite unas cien veces más rápido los impulsos nerviosos que una neurona que no tiene los axones recubiertos con mielina, produciendo una mayor eficacia en el funcionamiento del organismo.

Una de las etapas más importantes del desarrollo del cerebro en los humanos se lleva a cabo desde la etapa prenatal hasta cumplir seis años. El 80% del proceso de mielinización se ha producido a esa edad (una cuarta parte se produce en el vientre materno), un 10% de los 6  a los 30 años y el 10% restante a partir de los 30 años.

De la misma manera, si no ha habido conexión entre neuronas, por el motivo que sea, se produce lo que se llama poda simpática (de las neuronas) para eliminar las conexiones que no se han estimulado y que por lo tanto no se consideran necesarias. Esto ocurre especialmente entre los 5 y los 16 años. 

Así, dependiendo de la estimulación que reciba un niño en sus primeros años: física, química, emocional e intelectual, se producirán conexiones entre unas neuronas y se eliminarán otras. Esto afecta el futuro desarrollo integral de cada persona, la memoria, la atención y el aprendizaje, es decir, nos moldea para transformarnos en quienes somos.