No vives de ensalada… ¡pero que las hay, las hay!

No vives de ensalada… ¡pero que las hay, las hay!

Comer todos los días ensalada no es sinónimo de comer lo mismo todos los días. Esta gran aliada posee una versatilidad que sólo implica creatividad. Una vez que le tomás la mano todo es posible y, para eso, te dejamos algunas ideas para comenzar: 

  • Buscá una verdulería con buena variedad y siempre comprá de estación, variado, aunque no sepas cómo se usa (cuando llegues a tu casa averiguas). 
    • Variar, mezclar, improvisar: 

    Hojas verdes: hay tantas, tantísimas, saliendo de la lechuga y la rúcula podés conseguir achicoria, berro, escarola, diente de león, espinaca, acelga, hojas de batata, de mostaza, flores y un gran etc. La clave a la hora de usar las más amargas es cortarlas muy finitas.

    Rallar: remolacha, zanahoria, zapallito zucchini o redondo (sí, también crudo).

    Todo va bien: cebollita de verdeo, perejil, apio, repollo, hinojo, coliflor y brócoli (los dos se pueden comer crudos si los cortas chiquitos o le haces un paso mínimo por vapor)

    ¡Frutas! naranja, manzana verde, pomelo, frutillas, aceitunas (una de estas por cada vez y no siempre pero queda muy bien)

    Semillas tostadas: girasol, zapallo, almendras, nueces, rawmesan (la receta está en Google)

    Hongos: un reino para descubrir.

    Variar condimentos y especias: limón, vinagre, salsa de soja, limón con miel y aceite, alguna aromática fresca

    Levadura nutricional, siempre queda mejor y, como es saladita, aprovechás a bajar la sal

    Kimchi, probá de a muy poquito por ensalada, lo que saques con el tenedor es una buena medida para arrancar, a medida que te vayas familiarizando con el sabor podés incorporar más cantidad.

    Lo que tengas en la heladera: arroz, quinoa, porotos, lentejas, garbanzos, fideos (lo que sea) también se lo sumas a la ensalada.

    Salteados, al horno o a la plancha tibios: papa, zapallos (inglés, anco, etc), camote, berenjena, coliflor. Combinando lo mismo de distinta forma, con ajo, con cebolla, pimiento. Puede ir todo mezclado o al lado de la ensalada y tenés dos platos.

    Otro dato: todas las hojas verdes que consigas, si las lavas y las escurrís bien (importante), en una bolsa cerrada duran muchos días en la heladera. Entonces tenés una mezcla variada para toda la semana. El secador centrífugo de verduras puede ser un gran aliado en esta tarea. 

    Siempre algo remojando: este es un gran consejo que dan muchas personas sabias… siempre poné algo a remojar… mañana ves cómo lo usas: legumbres, cereales, semillas. Después cocinás y sumás a lo que vas a comer, haces un hummus, mandas al freezer para luego, siempre mejor tener… Remojar tiene que ver con activar las propiedades de los alimentos, lo cual dará para un artículo aparte. 

    Más para evolucionar: Sumá especias nuevas… hay tantas, el curry es amor puro… las aromáticas frescas abren otro universo.

    ¿Sentís que te falta algo más para masticar? 

    Las tortillas de maíz, panqueques de avena, de lino, de trigo… comodín para lo que tengas, o unas tostadas con: un untable (girasol y almendra, palta, humus de legumbre, mayonesa de zanahoria, mayonesa de remolacha, de berenjena, etc.), algún cereal o legumbre, huevo, aceitunas, tomate secos hidratados, hojas verdes, etcétera. 

    Todo esto, cuando hace frío, lo transformas en salteados y sopas  (excepto las hojas verdes)  que ahí también todo se puede combinar y ya tenés la variedad para los meses de invierno. 

    Inspirarse en la cocina es cuestión de actitud, comer rico es abrirse a la experiencia, con ganas de disfrutar todo sabe mejor.